Por Gabriela Pousa |
Inconsistente e imprecisa, Cristina Fernández sigue discurseando sin
poder solucionar con palabras, lo que requiere hechos. Ante las Naciones Unidas
sostuvo que “las guerras no se festejan ni se conmemoran”. Sin
embargo, pocos días atrás quedó establecido que, el próximo 3 febrero de 2013,
será feriado para conmemorar el bicentenario del Combate de San Lorenzo. Y hay
un sinfín más de fechas que se instalaron en el almanaque nacional con idéntico
propósito: el 2 de Abril es quizás el mejor o más claro ejemplo.
Lo que a simple vista parece una anécdota, no lo es pues viene a
ratificar el uso sistemático de la mentira y las incoherencias en el discurso
oficialista. El martes
anterior a la reunión de la ONU ,
el Reino Unido confirmó la decisión de realizar un referéndum en el 2013 para
que los 3.000 habitantes de las islas se pronuncien sobre su estatus político.
La jefe de Estado no evaluó tal compromiso sino que ironizó sin sentido,
deleznando aquella determinación: "Vayan a hacer un referéndum a
Irak o Afganistán, a ver cómo les va".
Los escenarios no son los mismos, la historia tampoco. Lejos de la
diplomacia que caracterizaba al resto de los presentes, la delegación argentina
era desmedida, los aplaudidores de siempre, y algunos miembros de la oposición
cuya presencia demasiado no se entiende, si acuerdan que el tema Malvinas
volvió a la agenda como la causa nacional que necesitaba Cristina para distraer
a la sociedad.
En ese mismo contexto, la mandataria resaltó la necesidad del diálogo.
Posiblemente para los extranjeros esa estrofa pasó desapercibida en medio de un
discurso donde no faltó el elemento auto-referencial que la caracteriza.
Pero para los argentinos, escuchar a la Presidente hablar de
diálogo es una afrenta difícil de digerir, pues en esta geografía el diálogo es
utopía.
La mismísima jefe de Estado sostuvo, no hace mucho tiempo, que ella
habla a través de sus discursos. Estos son apenas monólogos cada vez menos
comprensibles, más teñidos de anécdotas y revisionismos, que nada tienen que
ver con la enseñanza de los libros donde reposa la verdadera historia de los
argentinos. Al oírla, preocupa, muchas veces, la salud de la Presidente. Por
más que la mentira sea obvia y hasta grosera, nadie puede acotar una coma, ni
corregirla siquiera.
En los Estados Unidos, también dijo respetar los derechos de todos aún
de lo que piensan diferente. Si hasta ahí, su oratoria podía escucharse con
hidalguía, esta cayó por la borda cuando Cristina preguntó: “Qué clase de
vida es aquella que no respeta a quienes piensan distinto?” No, no se
estaba interrogando a sí misma, pero por un momento se creyó que estaba
haciendo una retrospectiva de la
Argentina.
Pero por si quedaba alguna duda, volvió sobre sus palabras y reiteró su
pregunta desairada: “Qué clase de país no permite que se opine
diferente?" Vaya paradoja, es la misma pregunta que muchos
compatriotas se hacen día tras día, frente al silencio oficialista.
Ahora, si Cristina Kirchner habla a través de sus discursos y siente
que es justo, ¿cómo puede entonces criticar que el Premier inglés haga lo
mismo?
No es a través de la lástima ni del ruego, ni de la crítica soez, como
puede llegarse a conquistar la simpatía de los residentes en las Islas
Malvinas. Esto requiere una transformación cultural, y está claro que esa meta
es un desafío con jurisprudencia negativa para la Presidente de la Argentina.
Las incongruencias no terminan. Recordemos que hace pocos meses, la
mandataria anunciaba con algarabía la expropiación de YPF: según su decir, así
se reforzaba la soberanía. "La empresa, -dijo-, es de
los argentinos como siempre debió haber sido".
Obviemos su labor cuando ésta se privatizó, pero no es justo olvidar
que horas atrás, el empresario mexicano Carlos Slim se hacía de un porcentaje
accionario de la compañía. Ninguna compra: tan sólo el cobro de una deuda por
los Esquenazi incumplida. ¿Habremos perdido por ello parte de nuestra
soberanía?
También en su visita a Naciones Unidas, Cristina Fernández, llevó
consigo la clara decisión de atraer inversiones americanas para poder explorar
los pozos petrolíferos y demás cuitas. ¿Cómo lo habrá explicado allí, si aquí
simultáneamente, aumentan las medidas para prohibir la compra y venta de
dólares, y más aún su salida?
Hay empresas que deben cerrar y despedir personal por cuanto el freno a
las importaciones no deja que se consigan insumos necesarios para el normal
funcionamiento de la industria argentina. Las empresas extranjeras, a su vez,
deben pasar un sinfín de controles para poder girar ganancias a sus casas
matrices. ¿Por qué la
Presidente va en busca de dólares cuando acá sostiene que no
debe pensarse siquiera en ese billete?
¿Qué clases de capitales pueden venir a la Argentina en estas
condiciones? ¿Cuáles son las reglas de juego, y cuál la seguridad jurídica que
ofrecemos? Y cuánto tardará en definitiva, el gobierno, en cambiar a su antojo
todo aquello?
Desde luego que este tipo de manejo de la economía siempre encuentra
quienes saben sacarle provecho. ¿Pero es oportuno que esas personas o empresas
vengan a instalarse en esta tierra? Esta claro que de nada sirvió la
experiencia.
Problemas de Metodología
Los Kirchner siempre fueron adictos al hermetismo, no informan, no
comunican, y si lo hacen es para luego sincerarse y decir: “Miren lo que
yo hago, no lo que yo digo”, Néstor Kichner dixit.
Se han erigido centro del Universo, convirtieron el país en su propio
feudo. Qué surgirá de esta última gira será pues un misterio. Lo que anuncien
debe ser tomado con pinzas. A esta altura, el asombrarse es fútil e ingenuo.
Recuérdese las inversiones chinas...
Pero retomando las incongruencias e inconsistencias de la gestión
kirchnerista, estás también se presentan en cuestiones más domésticas. Los
ataques al reclamo de la clase media que queda, no se condicen con un gobierno
que promulga la igualdad. En esas latitudes parece que el derecho a
reclamar, requiere de una suerte de visado especial. Pueden hacerlo vándalos
destrozando embajadas o entidades diplomáticas pero no los sectores
medios. Al unísono son justificados y bendecidos los indignados
foráneos, pero son ninguneados y no atendidos los indignados argentinos.
Y es que Cristina Kirchner posiblemente no reciba el afamado “diario de
Irigoyen” pues va mucho más allá y es, directamente ella quién redacta las
noticias: pone y saca a su antojo temas de las portadas en el conglomerado de
medios oficialistas. Ello explica que las movilizaciones recientes no hayan
tenido prensa, así como tampoco la tuviera en ese entorno, el pedido de la Corte para investigar en qué
se dilapidan los fondos de la
ANSES.
¡El ANSES que viene a ser algo así como el Alfa y Omega del gobierno
kirchnerista! Es la caja por excelencia: sirve tanto para instrumentar la
asistencia universal por hijo como para fomentar el clientelismo, anunciar el
fútbol "gratuito", o establecer créditos. En síntesis, sirve para todo
menos para los jubilados. Ejemplo clarísimo de la redistribución de riquezas de
Cristina.
Paradojas de una Argentina que navega en un mar de inconsistencias...
En este marco, el gobierno se limita únicamente a ser una construcción
gramatical, una seguidilla de discursos a través de los cuáles se afianza
poder personal pero no se gestionan políticas. Todo anuncio responde a demagogias que son bienvenidas mientras haya
efectivo en los bolsillos de los argentinos. Ahora que eso culmina, y se ha
gastado más de la cuenta, ¿con qué artilugio se mantendrá distraída a la
opinión pública cuyo hartazgo comienza a hacer mella?
La respuesta es, justamente, aquello en lo que de ahora en más, deberá
trabajar la Presidente. El
pueblo perdió la confianza y la paciencia. El sindicalismo tampoco parece
estar dispuesto a darle más tregua.
Cristina se ha perdido en su propio laberinto. Teseo ha partido, y esta
vez el Minotauro, no parece ser solo un mito.
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