Por Jorge Altamira |
El desborde del mercado de cambios se manifiesta, del mismo
modo, en otro mercado que no es ya tan despreciable: el que negocia títulos de
la deuda pública que se paga nen dólares, donde también la cotización se fue a
seis pesos. La política oficial tiene los trazos del “lecho de Procusto”: en
lugar de adecuar el cajón al tamaño del muerto, serrucharon el muerto para
acomodarlo al cajón. Lo que todavía es peor: a pesar de que compra los dólares
de exportadores, que no puede vender en el paralelo, el Banco Central sufrió en
los últimos días una caída en su stock de reservas, a causa del retiro de
depósitos en dólares de los bancos (que alcanzó los 400 millones). Se trata de
un retiro de esos dólares del circuito económico. La escalada del dólar deberá
provocar, también, un retiro de depósitos en pesos hacia la compra de moneda
extranjera u otros refugios de valor, con la consiguiente desestabilización del
sistema bancario.
Es claro que la crisis en curso es el resultado de la
explosión de los desequilibrios engendrados por el ‘modelo’ oficial. La
economía ha perdido las fuentes de financiamiento. En primer lugar, se
encuentra por supuesto el déficit fiscal, el cual ya no puede ser cubierto por
los fondos de la Anses
o los habilitados para el Banco Central por la reciente reforma de la Carta Orgánica. Se
ha llegado al extremo de que el Central está haciendo lo contrario de lo que se
esperaba a partir de esa reforma, porque está contrayendo la masa monetaria que
emite para financiar el déficit público por temor a desatar una hiperinflación
(lo hace a través de títulos del Central que compran los bancos). La
consecuencia, a corto plazo, será encarecer el crédito y acentuar la tendencia
a la recesión que ya ha comenzado a manifestarse. Los detractores del
oficialismo atribuyen el déficit fiscal a lo que llaman “exceso” de gasto público,
para evitar señalar la cuenta de 15 mil millones de dólares que corresponde a
la deuda externa del Estado -y la aún mayor del conjunto de la deuda pública
(externa e interna) y de la deuda privada con el exterior.
Otro rubro -unos 80 mil millones de pesos- registra los
subsidios a la energía y el transporte, cuyos beneficiarios desvían hacia otros
negocios, como se acaba de demostrar en TBA y en Metrovías. TBA, según la Cipec , recibió subsidios por
600 millones de dólares a lo largo de la década, pero solamente invirtió 50. La
factura de importación de gas y derivados de petróleo ha sido ocasionada por el
vaciamiento energético propiciado por el kirchnerismo a lo largo de su
gobierno.
Brasil, China
La presidenta Kirchner añadió a lo enumerado el desplome del
mundo sobre Argentina, en una demorada referencia a la bancarrota capitalista
mundial. Brasil, el principal socio de comercio de Argentina, ha comenzado un
proceso recesivo desde diciembre, según informa su Banco Central (O Estado de
Sao Paulo, 22/5). Influye en el retroceso brasileño la caída de la demanda
mundial, pero -por sobre todo- la demanda interna, la que sufre una
incobrabilidad creciente de los créditos otorgados al consumo. El endeudamiento
medio de las familias, en Brasil, ha alcanzado el 25% de los ingresos.
Un especialista habla de “señales de agotamiento del modelo”
y denuncia que “el nivel de impagos subió de manera preocupante”. Otro
observador señala la reversión operada en el ingreso de capital a corto plazo,
la que ahora elige la puerta de salida. El resultado ha sido una
desvalorizaci&oac! ute;n de la moneda brasileña, el real, del 30% en un par
de semanas. Según un tercer economista, “hay un agotamiento del ciclo del
crédito”; “la tasa de inversión cayó de 23 al 18%, y este año crecerá a una
tasa inferior al PBI”. Atribuye esa tendencia “a una reducción de la
rentabilidad de la economía”, que ya no puede ser alimentada por “ese patrón de
crecimiento liderado por el consumo”.
La conclusión que sale de esta caracterización es clara: Brasil
apunta para un ajuste. Un desarrollo similar se puede hacer con China, donde
hay un retroceso espectacular en la tasa de crecimiento del PBI en lo que va de
2012 -mucho más abajo del 8% (para algunos especialistas, del 3%) que le
atribuyen las estadísticas mentirosas de China. Hay un derrumbe de la
importación de carbón para usinas térmicas y de cobre; hay una fuerte reducción
del consumo de electricidad y un desplome de la inversión inmobiliaria.
Más allá de la reversión de las tendencias que alimentaron
el crecimiento de las exportaciones de Argentina y de los llamados ‘emergentes’
en general, el “desplome” al que alude CFK tiene que ver con lo que los
economistas llaman, en lenguaje deformado, “la aversión al riesgo” -o sea, el
retiro de capitales de toda forma de inversión productiva y de la mayor parte
de las inversiones especulativas, ante el derrumbe del sistema bancario europeo
y la perspectiva de un derrumbe del euro.
Quiebra de una
organización social
Estamos, en Argentina, en los umbrales de una explosión de
la economía, que el método aplicado al pobre Procusto no hace más que acentuar.
Las crisis abiertas con Scioli y con Macri están directamente ligadas a este
final de modelo. Mientras los charlatanes oficiales se empeñan en disimular el
derrumbe, la versión de que numerosos municipios y algunas provincias habrán de
recurrir a cuasi monedas es cada vez más verosímil. Esto solo ya constituye una
devaluación espectacular de la moneda.
Lo que oficialistas y opositores coinciden en llamar ‘modelo’
no es otra cosa que la organización capitalista del país. Es esta organización
la que se encuentra en quiebra, con mayor evidencia todavía cuanto que el
derrumbe es internacional. Los que nos denunciaban antes de la crisis en curso
como catastrofistas deberían hacer un repaso de los adjetivos que agota la
prensa internacional: catástrofe, colapso, bancarrota, derrumbe, armagedón,
situación desesperante. Es decir que una salida real a la crisis debe tener un
carácter de conjunto y un contenido anticapitalista.
La gravedad de la situación encuentra a la burocracia
sindical y a las corrientes que medran con este sistema fuera de foco,
anestesiando al movimiento obrero. Las paritarias cierran en forma ficticia,
porque -además de establecer aumentos de salarios inferiores a la inflación-
ignoran el desarrollo del colapso financiero. Los ‘opositores’ desfilan por
Tribunales o el Cabildo, para reclamar independencia judicial y acceso a la
información -una coincidencia que tiene poco ver con reclamos democráticos y
tiene sí las características de un movimiento preparatorio para la posibilidad
de un derrumbe político. La Mesa
de Enlace se ha vuelto a poner en movimiento para que la derrota del proyecto
de revalúo agrario en la
Legislatura bonaerense se convierta en un golpe político
contra la camarilla cristinista. Con el colapso económico, se van reuniendo los
factores que procuran adelantar o canalizar un derrumbe político.
Nosotros, el Partido Obrero, llamamos a una urgente
deliberación política del movimiento obrero, para que la que crisis no la
paguen los trabajadores, sino los capitalistas.
Los puntos básicos a atender son, desde este punto de vista,
los siguientes:
1. ningún despido o
suspensión, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario -o sea, nada
de ‘repros’;
2. indexación de
los salarios y jubilaciones de acuerdo con la inflación, con carácter mensual;
3. cese del pago de
la interminable deuda externa; nacionalización integral de los bancos, bajo
control de los trabajadores. Defensa de los ahorristas pequeños;
4. nacionalización
de todas las empresas subsidiadas, apertura de los libros, reorganización
financiera e industrial bajo la gestión de los trabajadores;
5. por un Congreso
obrero y de los trabajadores para elaborar un plan de reorganización social en
función de los intereses de los explotados.
© Prensa Obrera
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